PIEDRA Y CONSCIENCIA
I. En el prefacio de
la edición japonesa de El arte del color, el pintor Johannes Itten
escribió: “Para llegar a ser un maestro del color, es indispensable estudiarlos
y asimilar a cada uno siendo consciente al mismo tiempo de las infinitas
combinaciones que existen entre todos”.
Durante casi
cuarenta años, primero en Viena, luego en la Bauhaus de Weimar y en otras
escuelas de Alemania y Suiza Itten se dedicó a desarrollar su teoría del
color. Pintaba, investigaba y compartía sus elucubraciones artísticas (y
también espirituales) con sus alumnos, entre quienes estuvieron por ejemplo Klee
y Kandisnky.
Itten desde siempre
estuvo comprometido con la experimentación, con la enseñanza y con la
producción artística, entendidas las dos últimas muy probablemente como una
misma práctica. Dos objetivos guiaron su trabajo: conocer las leyes de la forma
y liberar las potencialidades expresivas de sus estudiantes. Todo a partir del
color.
II. Mientras
preparaba los contenidos de una materia que dictaría en una escuela de
enseñanza artística, Verónica Di Toro repasaba las ideas del místico Otto
Runge, de Wilhelm Oswald o la teoría sobre la interacción del color de
Josef Albers. Así fue como comenzó a hacer unas cuadrículas en papel con los
contrastes de Itten.
Existen momentos que
nos llevan a valiosos hallazgos y re-descubrimientos. Además de decidir los
diferentes métodos que ayudarían a los estudiantes a hacer uso y pensar en
términos del color, fue en este instante que, cansada del juego de encastres y
líneas de su serie anterior (Puertas, 2015), Di Toro decidió
abandonar la investigación de la forma determinada por la línea negra y
concentrarse en el color.
Itten determinó que
los contrastes eran siete: contraste del color en sí mismo, de claro-oscuro, de
cálido-frío, de complementarios, contraste simultáneo, cuantitativo y
cualitativo. Describir a cada grupo resultaría aburridísimo, solo los
presento porque me resulta fascinante que alguien se haya tomado el trabajo de
agruparlos, y sobre todo porque al ver la nueva serie de obras de Di Toro
confirmo que la lógica del sistema funciona... aunque ¡ojo!... al momento
de pintar la artista elige guiarse por la intuición (intuición adiestrada tras
años de ejercicios sobre el tema) y olvida el rigor de todas,
absolutamente todas las teorías del color.
La obra de la
artista no obedece a ningún imperativo relacionado a los programas de las
vanguardias concretas con las que se tiende a relacionar su trabajo. Verónica Di
Toro recoge aspectos de esta tradición, también del op art, del
minimalismo y juega. Satisface una demanda interna donde el color funciona como
vehículo de exploración, el color es capricho. Es la piedra que ancla, es el
elemento que combinado de todas las formas la arrima, nos arrima a la orilla
del infinito.
Lara
Marmor