Por María Amalia García
La operación de comparar permite visualizar en conjunto situaciones generalmente entendidas de modo independiente: sin las constricciones de una solución a priori, dispone un diálogo y establece afinidades entre elementos aparentemente autónomos y heterogéneos. Resulta un ejercicio útil que permite delimitar otros recortes y contemplar los alcances de aquella nueva conjunción. Poner en paralelo las producciones de artistas argentinos y brasileños que circulan en el universo de la geometría es, precisamente, la intención de esta exposición que presenta a Rafael Campos Rocha, Andrea Cavagnaro y Verónica Di Toro. El diálogo que abren las producciones de estos tres artistas se inicia con las posibilidades de articulación de formas sobre el plano; se paran en los cruces de aquellas unidades consideradas estrictamente pertinentes a la disciplina plástica para cada uno proyectarse en direcciones diferentes. Para los tres, los planos, las líneas, los volúmenes, el color son elementos constitutivos de sus producciones; en este sentido, sus poéticas se balancean y repican sobre el concepto de abstracción.
Verónica Di Toro opera con una lógica seriada que también crece y se extiende revistiendo paredes. Rayas y rayas que se repiten a través de un módulo interactúan entre sí mismas armando una nueva trama. Formas equivalentes, sólo distinguidas por mínimas modificaciones en su estructura, se expanden modularmente; esta repetición en nada paraliza: muros dinamizados nos envuelven en un sutil juego de alteraciones. Verónica pinta exaltando la bidimensionalidad y apelando a la dura y atractiva sensibilidad de la técnica precisa y la claridad absoluta de la geometría.Geometría que reúne y distingue a los artistas de esta muestra; que estructura a la vez que libera posibilidades para estas creaciones. Formas que circulan entre estas producciones acordando y discutiendo sobre sus postulados: una experiencia para descifrar la geometría mientras las obras nos devoran.
Septiembre 2004
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Por Jaime Gili - Revista Lapiz nº208
En los años centrales del siglo XX, cuando se concentraron más proyectos modernistas en países como Brasil o Venezuela, Argentina tenía un clima político inestable. Tras el peronismo siguieron altibajos e injusticias inagotables, que afectaron a la historia del país haciéndola discontinua, copándola de exilios y de silencios. Esto ha tenido su reflejo en la dificultad de realizar una lectura lineal, como la que se aplica a la modernidad del eje Río-San Pablo. Encontramos hoy en Brasil artistas compartiendo la mirada con genios muertos, y un contexto que respeta y hasta promueve, esa continuidad sin escándalo. Argentina en cambio, presenta, en lugar de líneas de trabajo, esferas, que en ocasiones comparten el aire y se tocan, pero que tienden a la fragilidad y aparecen muy dispersas.
Una muestra comisariada por la artista Karina Granieri en la Fundación Centro de Estudios Brasileros, abunda en parte esta relación contemporánea con la abstracción concreta del pasado en Brasil y Argentina. La muestra, perfecta, presenta una sola pieza de cada artista. Verónica Di Toro (Argentina, 1974) instala 85 pinturas seriadas y rayadas, formando un gran cuadro lleno de tensiones de color y ángulos, manteniendo algo diáfano en la repetición de estas combinaciones decorativas, casi domésticas. Andrea Cavagnaro (Bs. As. 1966) documenta una intervención en el exterior de varias casas de Mar del Plata, con telas vinílicas de uso doméstico, formando bloques amarillos en fachadas, acera y calle. Quizá una incursión en el interior de las casas hubiera completado performativamente y con sentido esta pieza, ratificando que si una constante aparece en el arte argentino reciente, tal vez sea esa relación sin vergüenza con el hogar, sus objetos y su escala. Rafael Campos Rocha (Sao Paulo, 1970), por su parte, presenta una con una instalación hecha de tablas y listones de madera, cartón y otros materiales encontrados. Esta ‘barricada’ cita los ‘relevos espaciáis’ de Oiticica, y la complejidad de lo que ha venido después. Las mini-barricadas amarillas, erguidas sobre el suelo, podrían citarse como resumen de esta muestra: pintura en el espacio que habla de su historia en el continente. Barreras que pueden ser puntos de confluencia.
En los años centrales del siglo XX, cuando se concentraron más proyectos modernistas en países como Brasil o Venezuela, Argentina tenía un clima político inestable. Tras el peronismo siguieron altibajos e injusticias inagotables, que afectaron a la historia del país haciéndola discontinua, copándola de exilios y de silencios. Esto ha tenido su reflejo en la dificultad de realizar una lectura lineal, como la que se aplica a la modernidad del eje Río-San Pablo. Encontramos hoy en Brasil artistas compartiendo la mirada con genios muertos, y un contexto que respeta y hasta promueve, esa continuidad sin escándalo. Argentina en cambio, presenta, en lugar de líneas de trabajo, esferas, que en ocasiones comparten el aire y se tocan, pero que tienden a la fragilidad y aparecen muy dispersas.
Una muestra comisariada por la artista Karina Granieri en la Fundación Centro de Estudios Brasileros, abunda en parte esta relación contemporánea con la abstracción concreta del pasado en Brasil y Argentina. La muestra, perfecta, presenta una sola pieza de cada artista. Verónica Di Toro (Argentina, 1974) instala 85 pinturas seriadas y rayadas, formando un gran cuadro lleno de tensiones de color y ángulos, manteniendo algo diáfano en la repetición de estas combinaciones decorativas, casi domésticas. Andrea Cavagnaro (Bs. As. 1966) documenta una intervención en el exterior de varias casas de Mar del Plata, con telas vinílicas de uso doméstico, formando bloques amarillos en fachadas, acera y calle. Quizá una incursión en el interior de las casas hubiera completado performativamente y con sentido esta pieza, ratificando que si una constante aparece en el arte argentino reciente, tal vez sea esa relación sin vergüenza con el hogar, sus objetos y su escala. Rafael Campos Rocha (Sao Paulo, 1970), por su parte, presenta una con una instalación hecha de tablas y listones de madera, cartón y otros materiales encontrados. Esta ‘barricada’ cita los ‘relevos espaciáis’ de Oiticica, y la complejidad de lo que ha venido después. Las mini-barricadas amarillas, erguidas sobre el suelo, podrían citarse como resumen de esta muestra: pintura en el espacio que habla de su historia en el continente. Barreras que pueden ser puntos de confluencia.